La editorial 'Libros desde Tuma' ha ido de la mano junto a Ana Rosa Zamarro (Cantalejo, 1965) para ofrecer una nueva traducción de 'El Principito', de Antoine Saint-Exupéry. Se trata de la primera edición que se hace de esta novela en todo el mundo a una variante lingüística originada en las hablas de gremios profesionales: la gacería, un lenguaje arraigado entre los briqueros -vecinos de Cantalejo- vinculado a los lenguajes profesionales secretos, en concreto, al de los trilleros, pero también al de otras actividades relacionadas con la labranza y la ganadería. Su origen se remonta a las repoblaciones del sur del Duero de los siglos XII y XIII con la llegada de geo parlantes, tanto de Galicia como de Portugal, así como vascoparlantes de Navarra a la zona, que aportarán vocabulario al castellano medieval. Además, algunos estudios apuntan también a algunas influencias árabes y mozárabes a esta variante lingüística.
Con el tiempo, la gacería fue tomando forma como la lengua de los comerciantes de Cantalejo, que emplearon vocabulario de diverso origen y dotaron a los términos de nuevos significados hasta formar este lenguaje secreto.
Actualmente, la gacería se habla casi exclusivamente en la localidad de los briqueros, como se denomina en gacería a los trilleros y por ende a los cantalejanos, aunque su uso se ha reducido considerablemente y el número de hablantes capaz de entenderla y utilizarla ha disminuido.
'El Pitoche Engrullón'Por ello, la traducción de uno de los libros contemporáneos más importantes de la literatura universal es tan significativo para esta variante lingüística.
Álvaro de Benito, director de la editorial 'Desde Tuma', revela que su interés por la lingüística fue lo que le llevó a querer traducir este libro. «Quiero dar voz al patrimonio lingüístico del país». Pero, ¿por qué 'El Principito'? De Benito revela que esta obra posee tres características: que es universal, «'El Principito' es una marca reconocida», destaca; que es corto, «lo que hace más factible su traducción», y que abarca un público amplio.
«Para mí, la traducción de este libro es un instrumento para conseguir el objetivo de visibilizar los dialectos y las modalidades lingüísticas». Por ello, ya ha traducido 'El Principito' a 'la parla' -modalidad lingüística salmantina del asturleonés- y al 'cheli' - sociolecto que se hablaba en Madrid entre los años 80 y 90-.
Y no le costó mucho encontrar la gacería. «Mi padre era de Valverde del Majano, y cuando lancé la primera edición de 'El Principito' me habló de esta variedad lingüística segoviana», revela De Benito. Entonces buscó a alguien que pudiera traducirlo, y ahí apareció Ana Rosa Zamarro.
«Era mi sueño. Siempre he querido hacer algo en gacería porque si yo lo olvidaba, perdía parte de los recuerdos de mis abuelos», explica Zamarro. «Al principio me lo planté y me venían todo tipo de pensamientos a la cabeza.
Me preguntaba que dónde me estaba metiendo porque la gacería no solo es que tenga pocas palabras, sino que a veces son palabras sueltas que no van unidas a frases, pero yo sí que había hablado de esa forma con mi abuelo. Entonces, era como decir yo puedo hacerlo, pero a la vez me preguntaba ¿cómo voy a hacer 'El Principito'?, ¿voy a saber enlazar frases y dar la entonación de esas frases que son muy profundas?», desvela. Lo que tenía muy claro es que lo quería intentar.
«Cogí 'El Principito' y me puse frase a frase, palabra por palabra, y ahí es cuando me vino una lluvia de sentimientos. Había palabras que me hacían reir, otras que me recordaban ciertas situaciones y otras que me recordaban a mis abuelos. Ahí tenía que dejarlo porque me perdía en el contexto del libro y, al retomarlo, me ponía yo sola las pilas». Y tras cuatro meses, completó el libro.
«La complejidad estaba en que no hay palabras para describir todo», añade De Benito. Además, como dato, revela que «'El Pitoche Engrullón' tiene más páginas que 'El Principito' el francés o en castellano porque hay términos en los que el término no es un término, sino que es una descripción del término. Pone como ejemplo el 'zorro', que en gacería sería ' el gazo cadelo que quilla a las picanterras', que literalmente traducido es 'el perro malvado que se come a las gallinas'», explica De Benito.
«Este caso es la primera vez que se realiza una obra completa a la gacería, para que quede un registro», señala De Benito, mientras que Zamarro añade que para ella ha significado «recordar a los abuelos, que fueron los que lo inventaron.
Ahora, «los niños se van a divertir desglosando frase por frase de la gacería, además de que es una forma de que tengan esta variedad lingüística entre sus manos, lo que se suma a que los abuelos lo podrán revivir con dulzura», finaliza Zamarro.